Broadway
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Select, Splendid, Argos, Empire, Palace, Majestic, Savoy, Ritz y tantas otras, son claves evocadoras de esplendores reales o fingidos, de lugares famosos o de sustitutos que aspiran a la modesta gloria de rememorar ilustres y lejanos antecesores.
Habría que hacer un catálogo de nombres clásicos, palabras emblemáticas que se repiten en todos los países, nominando confiterías, hoteles, cines y lugares públicos. Entre ellas resalta Broadway, esplendente (¿será?) calle de Manhatan, sinónimo de galas, luces, flashes, flores,limusinas y de todo el retintín de la fama del teatro y del cine.
Buenos Aires, como tantas ciudades del mundo tiene, cómo no, su Cine-Teatro Broadway. Fue la primera gran sala moderna de la calle Corrientes, con su gran marquesina rectangular fileteada de luces, el gran hall de entrada de puertas batientes, y su magnífica bóveda paraboloide de amianto aislado con corcho que aseguraba una insuperable acústica.
Por orden del empresario Augusto Gourdy se construyó este edificio de singulares características en Avda. Corrientes 1155, sobre planos del arquitecto Jorge Kalnay, inaugurándose el 11 de octubre de 1930. Han pasado ya más de 80 años, y su estilo prevalece sobre las décadas sin que se le pueda achacar antigüedad.
Menos aún modernidad. Es inclasificable, simplemente. Si bien se perciben ciertos elementos invariables de Kalnay en su frente, prevalecen en su diseño características del art-decó unidas a soluciones del racionalismo.
Para el Buenos Aires de esos años fue un asombro. Sus nueve plantas superiores estaban destinadas a viviendas y a una confitería, y su sala fue durante muchos años dedicadas a los estrenos del cine nacional.
Por su escenario desfilaron importantísimas figuras, pero, quizás si hiciéramos hincapié en los dos máximos acontecimientos de su historia, deberíamos aludir, en primer término, a la presentación de Carlos Gardel el 19 de octubre de 1931. Un emisario de Álvarez y Cia -la empresa explotadora del cine- viajó a Montevideo para esperar al cantor que volvía en trasatlántico de Europa y contratarlo para el Broadway, ganando así de mano a quienes esperaban la llegada de Gardel a Buenos Aires para iniciar conversaciones.
La actuación de Gardel dio lugar a una campaña publicitaria y repercusiones periodísticas sin antecedentes para la época, y no podemos dejar de mencionar que en el Broadway se estrenaron también dos películas suyas: “El tango en Broadway” el 12 de marzo de 1935, y, algunos días después de su muerte trágica, “El día que me quieras”, el 16 de julio de ese mismo año.
El segundo hito del Broadway fue la presentación, en su pantalla de “El manto sagrado”, en 1954, bodrio cinematográfico destinado al más definitivo fracaso, que resultó un éxito mundial. Era el primer film del mundo rodado en el sistema Cinemascope, con diecisiete altoparlantes distribuidos en la sala. Obviamente, la película en si misma era lo de menos, lo importante era la nueva tecnología.
Hoy, la sala del Broadway, como tantas otras, está dividida, sin que recordemos los nombres del fraccionamiento, y sus pisos superiores han sido transformados en un apart-hotel.