Pasaje 5 de julio
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¡Qué encantador lugar! Esta callecita está adornada por preciosos edificios, severos pero luminosos, muy cuidados, sin grafitis ni pintarrajeos que los afrenten.
Tiene cierta similitud con esas impolutas ciudades croatas, tan antiguas como pintorescas, donde todo parece transcurrir en una postal.
Lo que hoy es el pasaje 5 de Julio -ya que de él estamos hablando- antiguamente formaba parte del terreno de la Iglesia de Santo Domingo.
Corre de la avenida Belgrano hasta Venezuela, paralelamente a Defensa y Balcarce, y, según tradición histórica, allí fueron sepultados los cuerpos de los caídos en los furiosos combates librados entre las tropas inglesas y los defensores de Buenos Aires ese día de 1807.
Fue una batalla épica, y es un dato poco consignado, trágico en ese momento, curioso hoy, que el fair-play que generalmente se atribuye a los británicos, desde el deporte hasta la guerra, fue vergonzosamente vulnerado en esa jornada.
Parapetados en la torre y en el interior de la iglesia los casacas rojas -como se los llamaba por el color de sus chaquetas- trataban de repeler como mejor podían la intensa metralla de los defensores de Buenos Aires, y también apelando a maniobras como las que relató posteriormente el Coronel Pedro Andrés García, jefe del Batallón de Cántabros…
“En este intermedio, los enemigos nos propusieron tres señales de parlamento que resultaron falsas, con cuyo arbitrio lograron en el primero, que salí a contestar, matarme un soldado que estaba a mi lado…
Intentaron con señales más expresivas de rendirse, y entonces dieron muerte al Teniente de la 3ra. Compañía don Francisco Maderna, y a cuatro hombres más bajo el mismo pérfido engaño.”
Sabido es que finalmente, esta vez de veras, se rindieron los invasores, y que las torres de Santo Domingo conservan las huellas de la metralla de esa jornada, y que en el interior se guardan las banderas tomadas al enemigo.
A más de dos siglos, los combatientes de los dos bandos que murieron en ese tremendo combate, yacen bajo los adoquines de este peatonal pasaje 5 de Julio, poblado hoy de mesas con sombrillas, donde vecinos, turistas y visitantes se congregan a disfrutar de una copa y algún tentempié, ¡que ajeno resulta al estruendo de los cañonazos y descargas de fusilería, a los gritos de dolor de los heridos y a las muertes de tantos hombre de valor que sucedieron en este escenario ese mismo día de 1807!