Conocido como Salón Augusteo por los bailarines porteños. En el frontispicio, puede leerse el nombre completo en grandes letras: SOCIETA UNIONE OPERAI ITALIANI que, como cualquiera puede verificar, no tiene nada que ver con Salón Augusteo. Este, en realidad, es el nombre del principal salón del edificio de Sarmiento 1374.
Funcionaba, en sus inicios (se construyó en 1885) como un centro de orientación y amparo para los inmigrantes italianos que arribaban a nuestro puerto atraídos por la esperanza de un futuro mejor que el que vislumbraban en su propio país. Tuvo una escuela gratuita para la colectividad italiana por donde pasaron numerosos niños que luego fueron miembros muy destacados del comercio y de la industria del país en las primeras décadas del siglo pasado.
El Salón Augusteo fue desde su inauguración, una de las principales salas de música de Buenos Aires, y en el actuaron con suceso las más destacadas orquestas y conjuntos musicales hasta 1920. A partir de ese año la sala fue dedicada al baile, constituyendo, desde ese entonces, y hasta hace muy pocos años un verdadero emblema de la milonga porteña.
Algunos sectores del edificio de cuatro pisos con mansarda, tales como el imponente hall de entrada y el frente fueron remodelados en 1913. Las obras estuvieron a cargo de Virginio Colombo, famoso arquitecto italiano, gran impulsor del art-noveau que hacía furor en esos años.
Desde luego, era el art-noveau italiano, también mencionado como Liberty milanés, desbordante hasta el punto de colmar las intrincadas fantasías del diseñador más prolífico y minucioso que pueda haber existido.
La fachada ostenta infinidad de ornamentaciones con voluptuosas cariátides, rostros femeninos, rejas con nautilus, guirnaldas entrelazadas, flores y hojas y, realmente, es considerada una de las más importantes de la ciudad.
Lamentablemente todo está a punto de perderse. En el 2006 un incendio en un sector del edificio determinó la caída de parte del techo. Las reparaciones nunca llegaron. Las lluvias si.
El edificio estuvo en venta como terreno, por lo que se lo consideró demolición, en términos comerciales. Este escándalo al llegar a los medios masivos produjo la rectificación del comercializador, que reconoció públicamente haber equivocado los términos de oferta del inmueble.
La fachada y los salones están amparados por una catalogación estructural que, aparentemente, protege su integridad. Pero, bien se sabe, una cosa son los papeles y otra la realidad. Dentro de poco, si es que ya no es muy tarde, el histórico edificio será irrecuperable.La propiedad del inmueble la detenta la sociedad Unione e Benevolenza, con sede en Perón casi a la misma altura.