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#158 • Octubre 2019 Año X Arquitectura Art-Nouveau

Casa de los lirios

por Enrique Espina Rawson / Fotos: Iuri Izrastzoff
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Podría ser también casa de los delirios. Es universal la aceptación que el art-noveau intentaba, entre otras cosas, un acercamiento a la naturaleza a través de las líneas curvas, la plasticidad de las formas, y también, y sobre todo, de la ornamentación.

Así, los muebles, los jarrones, los afiches callejeros, las chimeneas y las lámparas adoptaban formas y diseños novedosos inspirándose en plantas y en insectos.

También algunos edificios cobijaron estas singulares metamorfosis, como el de Rivadavia 2031, se supone obra del ingeniero Eduardo Rodríguez Ortega, gran admirador del modernismo catalán, y, que duda cabe, de Gaudí.

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Su idea del retorno a la naturaleza consistió en disimular la fachada de un edificio de tres pisos cubriéndolo de tallos y hojas de lirio, tal como esos edificios abandonados, que terminan siendo absorbidos por la selva.

Desde luego toda esta vegetación ad-hoc está realizada en mampostería, y constituye lo más destacable del edificio que, en sí, y fuera de estas ornamentaciones no es muy distinto a tantos que se construyeron por esos años.

Son tres pisos y una planta baja, con dos locales simétricos a ambos lados de la entrada. A partir del primer piso, se desarrolla un armonioso saliente, ábside o bow-window, que culmina bajo la una gran cabeza de un anciano barbado, que, también según dichos, simboliza a Eolo, por sus cabellos al viento que se distribuyen por toda la cornisa superior.

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Pensamos que bien pudiera ser, quizás, el dios Neptuno, con su larga cabellera entreverada con algas.

Sinceramente, nos resulta difícil distinguir qué tipo de hojas son exactamente. Algún botánico que lea estas líneas podría dar una opinión técnica de mayor jerarquía que estas modestas suposiciones.

El portón de acceso, de dos hojas de hierro forjado y vidrio  es, en sí mismo, una pieza artística de gran originalidad y se corresponde con el diseño general de la obra, lo mismo que las espléndidas rejas de los balcones.

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Muchas casas de barrio de ese tiempo se construyeron también con la tendencia de este “art-noveau” traído por los vientos europeos, pero muy pocas lo expresaron tan entusiastamente como este singular edificio, o mejor dicho, como esta singular fachada que sigue asombrando a quienes la observan en detalle.

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