En las alturas de Buenos Aires artesanos (¿artistas?) anónimos embellecieron con estatuas y monumentos muchas construcciones de la edad de oro de la arquitectura porteña.
No muchos saben que Buenos Aires no tiene porqué envidiarle su principal ícono a Nueva York, y que el tamaño es lo de menos.
La Facultad de Ingeniería carga con diversas leyendas urbanas, ninguna de las cuales da cuenta de la verdad de los motivos de la interrupción de su construcción.
Los edificios gemelos del arquitecto Alejandro Bustillo son un ejemplo de clasicismo e ingenio.
Entre una casa centenaria y un edificio en propiedad horizontal una inusual silueta de ladrillos se erige en la calle Carlos Calvo al 200.
El extraño derrotero del Riachuelo, de la mano del hombre y del azar, creó una misteriosa península que reclama un origen porteño, aunque no lo aparente.
Casi todos saben que el kilómetro cero se ubica en las cercanías del Congreso Nacional. Pocos conocen su aspecto, y su particular historia.
Hay un pasaje en Núñez con una curiosa situación de dominio y usufructo, y que es resultado de los laberínticos corredores de la burocracia porteña.
La frondosa creatividad volcada por los porteños en el diseño de sus "cercos arbóreos" guardan una relación proporcionalmente inversa a lo que debería ser el mobiliario urbano de una ciudad coherente.