No es fácil hallar en Buenos Aires casas de más de cien años originales, esto es, que se encuentren tal y como fueron construidas.
Esta que presentamos hoy en sociedad, no escapa a esta generalización, ya que una tercera parte de ella -es decir, su planta baja- se ha perdido, sin duda alguna, para siempre.
Podemos constatar en cualquier barrio, numerosas residencias, otrora elegantes y distinguidas, cuyos salones de recepción fueron, mutilaciones mediante, degradados a mercaditos, talleres, verdulerías, o lo que fuere, sin que a nadie le llame la atención. Entonces, ¿por qué esta preferencia?
Por la ubicación: Corrientes 1792, casi esquina Callao. Consideremos: ¿Podríamos suponer que en esta zona, digamos alrededor del 1900, abundaban las propiedades de esta categoría edilicia y estética? Y si esto fue así, también debemos entender que existía un sólido núcleo social de vecinos que las habitaban.
Son simples suposiciones, ya que hoy sólo podemos consignar, en los alrededores, el colegio y la iglesia del Salvador, y también la escuela normal sobre Callao, como testimonio de esos años.
Pero, por supuesto, no nos proporcionan datos sobre el entorno social que procuramos entender y, por desgracia, es todo lo que hay, ya que toda la edificación vecina es posterior a esa época.
Este hermosísimo petit-hotel, de manual, subsiste incólume -al menos en sus dos pisos superiores- en el abigarrado contexto de pequeños comercios, pizzerías, kioscos “polirubros” (perdón) y bares al paso que todos conocemos.
Vale la pena observar su fachada en detalle, el balcón con balaustres del primer piso, las ventanas enmarcadas en columnas y coronadas por dinteles ornamentados, y el balconcito del segundo piso con una delicada baranda de reja, en el centro de la airosa mansarda, que si bien ya no es de pizarra, al menos lo parece.
Si hoy contempláramos esta casa de la época de Napoleón III en algún barrio parisino, no nos llamaría la atención, entre tantas residencias similares y también mucho, muchísimo más importantes y suntuosas. ¡Pero aquí, encontrar esta pequeña alhaja en Corrientes y Callao….!
Podemos suponer sin equivocarnos que actualmente está destinada a fines comerciales, tal como denuncia su puerta de acceso, tan sólida y maciza como la de una caja fuerte, y los vidrios opacos de las ventanas superiores que no nos permiten entrever ningún detalle de su interior. Después de todo, mejor así. ¿No creen?