Cortada Tupiza

“…Hay un fuelle que rezonga
En la cortada mistonga…”
Melodía de arrabal – Tango
De Gardel y Lepera

Pusimos toda la atención del mundo, pero no pudimos percibir ningún fuelle que rezongara. Quizás no era el lugar apropiado, ya que formalmente nos hallábamos en el Pasaje Tupiza. Ignoramos las normas que rigen las denominaciones municipales, pero podríamos argumentar, si tuviéramos con quien hacerlo, que un pasaje es la vía que nos permite pasar de un lugar a otro y aquí, en el Pasaje Tupiza no se puede pasar a ningún lado, ya que el paso está interrumpido por un edificio. Salvo, claro está que uno sea el Hombre Araña. Entonces, ¿si esto no es una cortada la cortada dónde está?

Las letras de tango nos han llevado a la convicción unánime de que todas las cortadas son, o debieran ser “mistongas”, vale decir de poco valor, deslucidas, pobres, pero, sin embargo este pasaje o cortada Tupiza no es para nada así.

Por el contrario, luce espléndidamente, y muchos, entre los que nos incluimos decididamente, quisieran contarse entre sus habitantes.
Es un lugar profundo, silencioso, con algo de misterio, casi ignorado por sus mismos vecinos. No hay comercios en esos metros, sólo algunos alegres departamentos y casas con florecidos jardínes.

Hay barrios de Buenos Aires en donde son frecuentes callecitas de una o dos cuadras, o cortadas, como esta, de escasos cincuenta metros. Pero si consideramos que Tupiza -que debe su nombre a la ciudad boliviana homónima- está ubicada en el Palermo anterior al Zoológico, a cincuenta metros de Lafinur y Cerviño, exactamente en el 3950 de la primera, su existencia es extraña.

Tal vez algún lector curioso podría aportarnos datos sobre esta curiosa cortada. Preferimos esta palabra, a la anodina “pasaje” que nos suena a expediente municipal, mal que les pese a los puristas de la burocracia.