Todos creemos saber que es un conventillo; yotivenco al vesre- y/o convoy simplificando el nombre. Podemos descubrir rápidamente que la palabra viene de convento, y hasta podemos captar el sentido irónico que surge de la comparación entre una venerable casa religiosa y un destartalado “inquilinato”.
También hemos oído infinidad de veces que por causa de la fiebre amarilla de 1870, las tradicionales casonas de San Telmo fueron abandonadas, y que los antiguos moradores, o al menos los que quedaron de ellos, se trasladaron a la zona que hoy se conoce como Barrio Norte y Recoleta, y que esas antiguas y patriarcales mansiones fueron subdivididas en piezas, y arrendadas a inmigrantes que buscaban un lugar para acomodarse. No indagaremos si esto es lo que se denomina hoy un “mito urbano”o no, pero, como quiera que sea, no es toda la verdad.
Los que uno supone como barrios absolutamente aristocráticos, en realidad estaban minados de estas disminuidas “viviendas colectivas”. Muchos recordamos, por citar un caso, el popular conventillo “de los gitanos”, ubicado en José E. Uriburu casi Vicente López, demolido para la construcción del hoy Village Recoleta; pero sin apelar a nuestra memoria podemos consultar viejos expedientes municipales que nos hablan de intimaciones, clausuras y habilitaciones de estas deplorables viviendas.
Veamos por caso: Parroquia del Socorro, con fecha del 31 de agosto de 1875, se habilita un inquilinato de 17 habitaciones (no se especifican baños) en Juncal 75, propiedad de Manuel Ramos. Este mismo señor es beneficiado por una habilitación similar en un edificio que suponemos lindero, y de similares características: Juncal 81, el 16 de octubre de ese mismo año.
Otros conventillos: Libertad 651; Santa Fe 358; Libertad sin Nro. entre Juncal y el Bajo; Cerrito 710; Maipú 513; Montevideo 314. Si bien la numeración es antigua todas estas direcciones corresponden a la misma parroquia del Socorro. Podemos añadir otros paquetísimos lugares: Cerrito 500, Arenales 322, Santa Fe 74, Cerrito 718, y así tantas.
Lo cierto es que todo Buenos Aires estaba lleno de conventillos, que no eran sólo las viejas residencias abandonadas del barrio Sur, sino también, y mayoritariamente, ruinosas pero flamantes construcciones “ad hoc”. Estos míseros habitáculos, edificados con los elementos más deleznables que se pudieran conseguir, rendían proporcionalmente mucho más renta que las casas de buena calidad, y muchos avispados caballeros no vacilaban en invertir su dinero en estos espantosos antecesores de las “villas”.
En todos ellos las piezas no tenían ventanas, sólo puertas que daban al atestado patio, no había baños, sólo “sumideros”, uno o dos en total para todos los habitantes, hombres, mujeres, niñas, ancianos; la “cocina” era de uso común, lo mismo que los piletones para lavar ropa, y las sogas para colgarla.
Esta historia tiene muchas derivaciones: epidemias, incendios, huelgas de inquilinos, sangrientos desalojos, en fin.,… no hay nada que no sea dramático. Bien se dice que el tiempo todo lo atenúa, y el tango y el sainete dieron, con los años, carácter pintoresco y a veces risueño a estas torvas realidades. Tal vez sea preferible recordarlos así, y así lo hacemos al tararearla colorida letra del viejo tango de Contursi:
Mina que te manyo de hace rato
Perdóname si te bato
De que yo te vi nacer
Tu cuna fue un conventillo
Alumbrao a querosén…
(“Flor de Fango” tango de Gentile y Contursi)