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#138 • Febrero 2018 Año IX Racionalista

Diagonal Norte 890

por Enrique Espina Rawson / Fotos: Iuri Izrastzoff
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Diagonal Norte

“Como habrá cambiado tu calle Corrientes, Suipacha, Esmeralda, tu mismo arrabal, alguien me ha contado que estás floreciente, y un juego de calles se da en diagonal…” dice Enrique Cadícamo en “Anclao en París”, refiriéndose a las obras que por entonces (1931) se efectuaban para la apertura de la Diagonal Roque Sáenz Peña, conocida popularmente como Diagonal Norte.

Corre desde Plaza de Mayo hasta la Plaza Lavalle, frente a Tribunales, seguramente para simbolizar la unión de dos poderes del Estado, el Ejecutivo y el Judicial. Ya hemos hecho notas sobre algunos de sus notables edificios, y hoy volvemos a otro de ellos, el ubicado en el 890.

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Fue encargado por el Instituto Italo-Argentino de Seguros Generales al arquitecto Jorge B. Hardoy e inaugurado en 1932. Este dato es curioso. La colectividad italiana era muy poderosa en esos años, impulsada por la pomposidad y arrogancia del fascismo, que, según se sabe, tenía en nuestra ciudad fervorosos adherentes.

En Buenos Aires hay espléndidas obras, algunas en la misma Diagonal, de arquitectos italianos, así que resulta enigmático que esta obra, financiada por una entidad financiera italiana, no haya sido confiada a uno de ellos. Nunca se sabrá, seguramente…

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Lo cierto es que este edificio está muy de acuerdo a la época y tiene también mucho de la simbología que lo propició. Es convencional, rectilíneo, austero en el desarrollo de su planta baja y ocho pisos, manteniendo la altura homogénea que prevalece en toda la avenida, y poco podría decirse de él si no fuera por dos pintorescos detalles.

Uno en el primer piso. Es todo un friso que lo recorre, una guarda art-decó de esbeltos y apolíneos trabajadores de varias ramas de la industria (marítima, siderurgia, agro), todos de perfil griego y envidiable musculatura. Es imposible no trasladar estas imágenes a la exaltación del trabajo de los regímenes totalitarios de Europa, luego imitadas en su discurso y su gráfica por los sucesivos planes quinquenales del régimen peronista.

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Y el segundo piso se caracteriza por tener un minúsculo balconcito frente a cada ventana, casi como pequeñas proas de barcos, como una tarima para que simultáneos y despectivos Duces aparezcan para preguntar al pueblo si quiere manteca o cañones.


Mejor no saberlo. Hace unos años, luego que dejara de existir la firma que lo construyó, fue subastado judicialmente, luego remodelado y actualmente funciona allí un hotel.

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