Se alza en la ochava de Arroyo 804, esquina con Juncal. Es obra del arquitecto húngaro Jorge Kalnay, (1894-1966) de quien nos hemos ocupado más de una vez, y, por supuesto, lo seguiremos haciendo.
Este edificio, de 1934, corresponde al período racionalista del arquitecto Kalnay, quien ya había realizado numerosas obras famosas dentro de este mismo estilo, y otras art-deco, como la sede del ex diario Crítica, que ya hemos abordado en nota anterior. Es notable como en las artes se pueden visualizar la impronta étnica de los artistas.
El mismo tema, llevado a cabo por un pintor francés no tendrá el mismo tratamiento que le daría un artista alemán. En este caso, si comparamos la obra de Pater y Morea de Libertad y avenida Alvear, también rigurosamente racionalista, y análoga por sus características con la de Kalnay, percibimos en esta un cierto aire rígido, como de fortaleza de los caballeros teutónicos, que la diferencia sustancialmente del estilo fluido y suave de aquella.
Quizás los tres últimos pisos, que a modo de remate o de cúpula dan sobre la ochava de Juncal y Arroyo, y que cortan severamente la línea de los seis primeros, de grandes balcones curvos sobre la ochava, contribuyan a esta imagen de solidez propia de arquitectura castrense, que caracteriza algunas obras de Kalnay.
Esta observación, particular por otra parte, no desmerece en nada la armonía del conjunto, en el que nada hay que no se ajuste a las normas de calidad y buen gusto imperantes en esa época de la construcción.
El granito pulido del revestimiento de planta baja, las puertas de acero, y los mármoles de distintos tonos de los paliers, nos ilustran suficientemente al respecto.
Podríamos mencionar que en el edificio estaba prevista la instalación de aire acondicionado central, cuyas correspondientes salidas pueden verse en los departamentos, pero, por razones desconocidas nunca fue instalado. También desconocemos el porqué del nombre del edificio, pero aventuramos que, como tantos otros de Buenos Aires, correspondería al del propietario de la entonces “casa de renta”.
Por último, es destacable el entorno en el que se ubica esta magnífica obra. En dos de las esquinas, la sur-este y la sur-oeste, hay también dos espléndidos edificios, en los que se entrecruzan elementos art-decó y racionalistas, y la tercera es la suntuosa mole clásica del Palacio Estrugamou, sobre el que volveremos en algún momento.
Y finalmente hay una quinta esquina, ubicada en la confluencia de Esmeralda y Arroyo, también muy digna de una nota especial por el singular edificio que la ocupa. Una ocurrencia de último momento. ¿Por qué de antaño se conoce como Cinco Esquinas a las de Juncal, Libertad y Avda. Quintana y a estas, también cinco esquinas cuidadosamente contadas se les niega, con notoria injusticia, este epíteto?