Mucho más de doscientos años hubiera tenido en 1990 el pacará de Segurola, cuando hubo que echarlo abajo, y suplantarlo por un retoño. Como no faltará quien se pregunte que es un pacará y quien era Segurola, nos apresuramos a responder, en ese orden.
El pacará o timbó, es un árbol originario de América, que por el color y la forma de sus vainas es conocido también como “oreja de negro”, por la semejanza de aquellas con orejas humanas.
El pacará de Segurola era conocido porque durante más de veinte años, a partir de 1810, el deán doctor Saturnino Segurola, a su sombra aplicaba la vacuna antivariólica a los vecinos de su quinta, y a quienes la solicitaran, ubicada en lo que hoy es el Parque Chacabuco, Puán y Baldomero Fernández Moreno.
Fue este ilustre sacerdote, quien introdujo e hizo conocer la vacuna creada por el Dr. Eduardo Jenner en Inglaterra, casi simultáneamente con su invención, lo que sucedió en muy poco lugares del mundo. Este hecho es extraordinario, sobre todo si consideramos que la aplicación de este método de prevención (de una novedad casi lindante con la magia), y las responsabilidades derivadas hayan sido asumidas por un profano en la materia, ya que el Dr. Segurola no era médico ni tenía habilitación ninguna para ejercer estas actividades.
Y también es notable que en un medio de un nivel de cultura bajísimo, en un territorio que no constituía aún un país y que luchaba por su independencia, y en el cual las personas que sabían leer y escribir eran una ínfima minoría, haya tenido esta revolucionaria práctica tanta aceptación, cuando en países más adelantados esta novedad generaba un considerable grado de rechazo, aún entre personas instruidas.
El Dr. Segurola está considerado, con todo derecho, una notabilidad de su época. Fue cura párroco de la Iglesia del Socorro(sí, la de Juncal y Suipacha) entre 1799 y 1810, diputado ante la Asamblea de 1813, luego, por su versación en el tema es nombrado por el Triunvirato como Director General de Vacuna, oficializando así la labor que comentamos y que desempeñaba hasta ese entonces a título personal, y luego, paralelamente Director de la Biblioteca Nacional.
También, y aunque no dejó escrito más que algunos apuntes sueltos, Segurola fue un gran historiador, ya que gracias a esos apuntes, y a su recopilación de mapas, memorias, elementos de mineralogía y de botánica, archivos, y toda clase de elementos que sirvieran para investigar nuestro pasado, pudo reconstruirse capítulos enteros de nuestra historia colonial.
En 1939 se intentó dar por tierra con el pacará, por razones formales que nunca faltan. El entonces senador Alfredo Palacios, dio en el Senado un notable discurso, señalando con acierto que el pacará era más antiguo que la patria misma. Generó una reacción popular inusual que impidió la absurda disposición, lo que permitió que el árbol histórico viviera 60 años más.
Un retoño del mismo, como dijimos, ocupa hoy su lugar, y ojalá que perdure otros 200 años entre nosotros, para, a su vez, ser suplantado por un vástago que prosiga su silente función de testigo de la patria.
Nos olvidábamos. La placa de la plazoleta parece haber sido “sustraída” por vándalos, y su contracara, algún indignado vecino, ha decidido improvisar un cartel informativo y un ruego para que se respete el lugar. No ha tenido éxito en su segundo cometido.
El Dr. Saturnino Segurola nació el 11 de febrero de 1776 y falleció en nuestra ciudad el 23 de abril de 1854. —FXBA