Corrientes 3989
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El arquitecto Carlos Nordmann fue uno de los tantos profesionales convocados por la generación del 80, cuando todo estaba por hacerse.
De su ciudad natal, Hannover, Prusia, llegó a nuestro país en 1883, contratado para dirigir la construcción del Palacio Legislativo y del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, flamante capital de la provincia de Buenos Aires.
Hasta 1889 permaneció en esa ciudad, cumpliendo funciones en la entonces Dirección de Ingeniería de la Provincia.
Ya afincado en Buenos Aires tuvo a su cargo la materialización de importantes edificios, recordándose como uno de los principales el teatro Coliseo, inaugurado en 1905 en el emplazamiento que ocupa el actual del mismo nombre, y que fuera demolido en 1937.
Podemos mencionar también dos legendarios edificios de Belgrano, la quinta del Dr. Carlos Delcasse, popularizada en décadas posteriores como “La casa del ángel” -Cuba y José Hernández-, y “Villa Ombúes”, la mansión que don Ernesto Tornquist poseía en los terrenos donde hoy se levanta la Embajada de Alemania, y sobre la cual publicamos una nota, ya que de allí se elevó para perderse para siempre el globo “Pampero”.
En Córdoba 731 se levanta el palacio de rígidas y severas líneas que Nordmann construyó como sede del Club Alemán, a cuya colectividad, naturalmente, pertenecía y que fuera parcialmente incendiado en el transcurso de la guerra mundial de 1914-18. Posteriormente restaurado, tuvo diversos destinos, entre ellos el de Ministerio de Educación y Justicia, y, en la actualidad, funciona como sede del Casino de Oficiales de la Fuerza Aérea Argentina.
El arquitecto Nordmann, que murió en Buenos Aires en 1918 a los sesenta años, dejó cantidad de obras oficiales, entre ellas muchas sucursales del Banco Nación en ciudades del interior, el Hospital “Ramón Santamarina” de Tandil, y numerosos encargos particulares, como petit hoteles y edificios de renta, varios de ellos en la por entonces esplendorosa Avenida de Mayo.
El que nos ocupa hoy es un suntuoso edificio, curiosamente ubicado en un barrio que en esos años no era considerado, por cierto, ni social ni económicamente como lo más caracterizado de la ciudad. Nos referimos al edificio de renta con entrada en la Avenida Corrientes al 3989, y que desarrolla su flanco más extenso por Medrano. Un elegante portón de hierro artístico da acceso al gran hall de entrada, ubicándose en el fondo el ascensor y la escalera de mármol que asciende a los cuatro altos pisos del edificio.
El exterior, imitación piedra París, luce profusamente ornamentado, con balcones individuales y otros de grandes dimensiones que siguen la curva del edificio en la ochava. La mansarda de pizarra que cubre la obra, culmina en una cúpula dividida en gajos, rematada en un audaz mirador desde el cual en ese tiempo podría, sin duda, contemplarse gran parte de la ciudad.
La planta baja ha sido modificada para dar lugar a un gran local, actualmente desocupado, que no logra disminuir el encanto de esta singular y encantadora muestra de la “belle époque” de nuestra ciudad.
Su calidad también distingue al lado de la arquitectura chillona y utilitaria que décadas después crecería a su alrededor.
Un detalle curioso de esta espléndida obra es que los nombres de Carlos Nordmann Arquitecto y E. Rutenberg Constructor, no están ubicados, como es de práctica, sobre los muros de la planta baja, sino en la pared del primer piso.
Lamentablemente, no figura el año de la construcción, aunque por tradición oral se lo sitúa en 1905. Un edificio, en suma, más que centenario, que sobrelleva airosamente sus achaques con dignidad, y un cierto empaque de indisimulada coquetería.