En la placa de bronce colocada por cuenta y orden de la Cámara de Diputados se lee: “Aquí vivieron los escritores Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. Su libros, su lenguaje y su imaginación honraron a nuestro país y a la literatura universal”-
También en el frente del edificio de Posadas 1650, pero grabado en la piedra puede verse: Alejandro Bustillo – Arquitecto 1932.
Vale decir que se indica el nombre del arquitecto y la fecha de finalización. Sin embargo, nada es seguro en este mundo. Un sitio web nos desinforma que el proyecto, encargado por la señora Ramona Aguirre de Ocampo (madre de Victoria y Silvina) data de 1920, fue diseñado en 1931-32 (¿Once años para un diseño…?) e inaugurado en 1935…
Poco importa ya, pero preferimos creer que si don Alejandro Bustillo fechó esta obra en el año 1932, y así lo hizo constar debajo de su nombre, es porque así exactamente fue. Y a otra cosa…
Doña Ramona Aguirre de Ocampo hizo construir este edificio de rentas de excepcional calidad, para sus cinco hijas: Angélica, Victoria, Francisca, Rosa y Silvina. No era, ciertamente, una obra cualquiera, si consideramos que cada departamento tiene 706 m2. El terreno de grandes dimensiones está ubicado en una zona de privilegio al que debe añadirse la circunstancia -más que afortunada- que todo su lateral Norte está abierto a la plaza San Martín de Tours, lo cual permite desde sus ventanas, incluso las de los primeros pisos, abarcar con la vista toda la costa y el Río de la Plata.
En realidad, por afán de precisión, las paredes de este costado no dan exactamente sobre la plaza, sino sobre la calle que, razonablemente, es la calle Adolfo Bioy Casares (ex-Eduardo Schiafino).
Nada en esta obra sobresale. No hay adornos, molduras ni efigies; nada altera la blanca lisura de sus muros. Colegimos que, como este edificio es posterior a la casa de Victoria en Palermo Chico, don Alejandro debe haber tomado nota de esa experiencia, -y sin alharacas- aplicó en este caso preceptos del modernismo, como la austera y neutra composición de la fachada.
Y para quien lo dude, puede verse en la vereda de enfrente otra de sus obras, sin fecha, pero sin duda anterior, que por sus clásicas ornamentaciones contrasta con la elegante sencillez de esta. Se ubica en Posadas 1641 y hoy es la sede de la Procuración General del Tesoro.
El Palacio Ocampo consta de cinco pisos y planta baja, rematados en la mansarda de pizarra, tan característica de esos años. La puerta de entrada, de simples rejas verticales que semejan lanzas, da a un imponente y encolumnado hall de recepción, también de una severidad llamativa. Las mismas rejas cuidan la entrada de las cocheras (1658) y la de la puerta de servicio (1648).
El matrimonio Bioy-Ocampo se instaló allí en los años cincuenta, y su departamento se convirtió en la segunda casa de Borges. Es fama que comía allí casi todas las noches su invariable arroz con manteca, allí fraguaban proyectos literarios entre los tres y, como bien decía Bioy, se dedicaban a cuerear a todo el mundo.
Especialmente a todo el mundo literario que pasó por esa casa, dando lugar a divertidas anécdotas, muchas de ellas relatadas por Adolfito (así lo llamaban sus amigos) en sus memorias y confidencias.
Pero la chispa principal estaba en Georgie y Adolfito. Se pasaban diciendo genialidades que parecían tonterías, o al revés. Victoria, la hermana y referente, se enardecía a veces: “¡Déjense de decir pavadas!”. De esas pavadas surgieron cosas memorables, como los cuentos de Bustos Domecq, personaje ficticio que representaba la colaboración literaria de ambos.
Con el paso de los años este ambiente languideció, se fue esfumando, como todo en la vida. Un día Borges, que había disminuido sensiblemente el ritmo de sus visitas, antes cotidianas, habló para anunciar su viaje, que sabía definitivo, a Ginebra. Bioy, tremendamente angustiado por la noticia, trató de disuadirlo. Georgie se despidió abruptamente, y nunca más se vieron.
Al poco tiempo, su muerte en Ginebra.
Un largo período de declinación física fue minando lenta, pero inexorablemente la vida de los Bioy. A la muerte en un accidente de Martha, la única hija de Adolfo, en 1992, le siguió en poco tiempo la de la misma Silvina. Salía a ratos de un estado de postración mental y física, para hacer observaciones del estilo que Bioy relata descarnadamente en “Descanso de caminantes”: -8 de abril de 1989: Silvina entra en mi cuarto y me dice: “No sé que hacer. No tengo nada que hacer. ¿Comprendés? Absolutamente nada”.-
Adolfito murió en 1999.