¿Sabía usted que hay un pequeño sector de la ciudad de Buenos Aires que está del otro lado del Riachuelo? No se preocupe: ni siquiera la gente de allí lo sabe. Sus visitantes creen que están en un rincón de Lanús, y sin embargo eso pertenece a Capital Federal. Es donde se encuentra la cancha del Club Atlético Victoriano Arenas.
Le dicen “la isla del CAVA” (por las iniciales del club). No es una isla. En todo caso sería más bien una península, unida al barrio Piñeyro de Avellaneda (no de Lanús) por un estrecho istmo. En realidad tampoco es eso; lo sería si fuera en la costa del mar. La “península” es solo un pronunciado meandro del río, frente a la enorme Villa 21-24 del barrio de Barracas.
El Riachuelo fue generoso en “vueltas”, rectificadas en su cauce superior, pero sobrevivientes en la zona más próxima a su desembocadura (las vueltas de Berisso, de Badaraco, de Rocha). El meandro que originó la “península” está, por así decirlo, en el medio del curso, frente a la “Quema” que eran los antiguos terrenos pertenecientes a Leonardo Pereyra Iraola (ver “Calle Oruro”, en Fervor x Buenos Aires, julio de 2010).
El Ferrocarril Oeste hizo un ramal que llegaba hasta aquí para descargar basuras, y que luego amplió. La vía cruzaba el Riachuelo, pasaba por el costado oeste de la “península”, se adentraba en el partido de Barracas al Sud y seguía rumbo al Mercado Central de Frutos de Avellaneda. Modificadas su cabecera y su punta, el tendido sigue existiendo y se lo usa para que corran trenes de carga entre la estación Sola y la Isla Maciel, pasando por el Intercambio Midland y por detrás de la cancha de Independiente.
Da un poco de impresión ver locomotoras cruzando el Riachuelo hacia, o desde, la “península”. Es un puente precario, de fierro con bases de castigada madera; también es usado a diario por cientos de peatones imprudentes, aunque por supuesto no está habilitado para ello.
La “península” es extraña se la mire por donde se la mire. Primero, por su forma atípica con que encastra en el mapa porteño. Ya lo dijimos: parece estar en Lanús, cerca de Valentín Alsina, y así lo muestran muchos planos; sin embargo, pertenece a Capital Federal y cruzando su límite se entra a Avellaneda, no a Lanús. Además, carece de edificaciones salvo las propias del club y alguna que otra casilla; la “península” es un gran espacio verde, con partes arboladas. Pasa por un costado esa vía misteriosa, y del lado de Avellaneda da contra un gigantesco cementerio de heladeras: es el predio de la vieja fábrica SIAM, dentro del cual se apilan centenares (y quizá miles) de carcasas blancas que quedaron tiradas, pudriéndose al sol.
Por el extremo sur de la “península” iba a pasar una autopista ribereña que fue proyectada y descartada varias veces. Primero se la denominó AV 2 y luego Autopista 27 de Febrero. Finalmente, de lo que iba a ser un largo “anillo vial” solo se inauguró entre Puente La Noria y el barrio de Nueva Pompeya. Nunca llegó hasta la “península”.
La institución característica —y de hecho la única— de la “península”, es el modesto estadio “Saturnino Moure” del Victoriano Arenas, club que lleva el nombre anterior de un barrio adyacente y que a su vez fuera el nombre de una inmobiliaria. La entidad data de 1928; los terrenos para la cancha se adquirieron en 1947; y su afiliación a la Asociación del Fútbol Argentino llegó recién en 1963. Fue campeón en 1990 de la “Primera D”, quinta y última división para los equipos afiliados.
El estadio de Victoriano Arenas tuvo el raro privilegio de ser el primero de todo el país en donde una mujer dirigió como referee un partido de fútbol profesional. Fue en 1998.