No existe. Si usted descendió del colectivo en Puente Saavedra y cree que el único puente a la vista es efectivamente el mentado Puente Saavedra, se equivoca de medio a medio.
Ese puente que vemos, perteneciente a la Avenida General Paz (que en ese punto limita la Capital Federal con Vicente López) no tiene nombre.
Repetimos, el Puente Saavedra no existe. O para ser más precisos, está bajo tierra, y sólo podría ser contemplado desde abajo. Para todos los que transitan por la Avenida Cabildo y siguen por la Avenida Maipú o viceversa, el Puente Saavedra es invisible.
El verdadero Puente Saavedra pasaba por sobre las vías del actual Ferrocarril General Belgrano, que corren bajo nivel, y desapareció de la vista al construirse sobre él la galería comercial que da acceso a la Estación Aristóbulo del Valle, antiguamente llamada Parada Bosch o Km 12, ubicada sobre la Avenida Maipú.
Hoy en día Puente Saavedra es una forma de decir, que designa vagamente al punto en cuestión y también a la zona más o menos aledaña, tanto en Capital como en Provincia.
Obvio es señalarlo, es un sitio de enorme movimiento por el que circulan gran cantidad de líneas de colectivos interurbanos. La mayor parte de esas tierras pertenecía, en el siglo XIX, a los descendientes del Brigadier don Cornelio Saavedra, Presidente de la Primera Junta.
Una buena parte de ellas fue expropiada para la traza de la Avenida General Paz, terminada en 1938. En los terrenos adyacentes a la avenida funciona desde hace años el Museo Histórico que lleva su nombre, emplazado en un parque de 125.749 m2, con una frondosa arboleda y juegos infantiles.
El barrio, también así denominado, desde 1873, en que se firmó su acta fundacional, era, por esos años, un descampado, y la avenida Cabildo, como las siguientes Maipú, Santa Fe y Centenario (una sola con distintos nombres) seguía la traza del antiguo camino de las carretas. Por allí pasaron las tropas de Liniers que viníeron a rescatar Buenos Aires de los ingleses, el ejército de Manuel Belgrano a sus campañas del Norte, y todos los combatientes de las guerras civiles de nuestra patria, derrotados o vencedores.
Junto con el barrio, en ese mismo año 1873, se inauguró un llamado “Paseo del Lago”, aprovechando las aguas del Arroyo Medrano (actualmente entubado). Es fama que la principal atracción de la concurrencia consistía en navegar sus aguas en botes y góndolas. Sí, tal cual: góndolas hechas en el mejor estilo veneciano.
También era motivo de comentarios un puente levadizo con glorieta y leones de hierro fundido que adornaban sus dos entradas. ¿Qué habrá sido de esas fieras metálicas? Tal vez añorando sus épocas de bullicio y diversión, presten sus inmóviles servicios custodiando alguna solemne y silenciosa mansión de extramuros.
El barrio de Saavedra es el incierto escenario en que Marechal ubica el descenso a los infiernos en “Adán Buenos Aires” (Viaje a la oscura ciudad de Cacodelphia), y también uno de los puntos a los que llegaba Borges en sus famosos paseos a patacón por cuadra de los años 20, que solían durar toda una jornada, cuando el Puente Saavedra era, de verdad, el Puente Saavedra.