Santa Fé 1301
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Este edificio siempre llamó la atención, no sólo por sus dimensiones -colosales para la época-, sino también por la originalidad y elegancia de su diseño.
Fue concebido por el arquitecto italiano Pablo Scolpini, que, si bien no tuvo la nombradía de sus connacionales más famosos, como Mario Palanti, Virginio Colombo y Francesco Gianotti, realizó en nuestra ciudad obras muy importantes, la mayoría de ellas ¡ay! demolidas o irreconocibles por desafortunadas intervenciones posteriores.
Pero quedan todavía la Iglesia de Nuestra Sra. de Montserrat, en Belgrano 1151, la sede de la actual Cámara Nacional Electoral, 25 de Mayo 245, la esquina de Hipólito Yrigoyen y Piedras, y, por supuesto esta grandiosa obra de principios de siglo. No es posible hoy imaginar la imponente presencia de un edificio de renta de estas características en un vecindario de casas bajas, como era el de entonces.
Afortunadamente, quedan antiguas fotos que dan testimonio de sus primeros años y, al verlas, podríamos asegurar con certeza que debe haber sido el primer edificio de departamentos de toda la manzana, y hasta, si nos apuran, de toda la avenida Santa Fe, en el tramo que va desde Callao hasta Plaza San Martín.
Como sucede con tantos edificios de renta, tiene un frente estilísticamente común a dos edificios, el que tiene entrada por la ochava con Talcahuano -Santa 1301- y el de Santa Fe 1317.
Es de estilo academicista, como la gran mayoría de esa época, pero se ve diferente a construcciones posteriores, tal vez por la altura de los pisos, y por ciertos detalles de ornamentaciones muy ligadas al art-noveau, como el portón de acceso al 1317.
Como toque pintoresco, podemos ver que las cúpulas que coronan los dos edificios no son iguales. La de la esquina está graciosamente sostenida por ménsulas, al igual que el balcón cerrado contiguo que da sobre Santa Fe, que además ostenta un airoso y original techo volado, que no tiene su par en espejo, como solía estilarse. Siguiendo con las diferencias podemos apreciar también que una lanza remata la cúpula de la esquina pero está ausente en la otra, víctima quizás de una tormenta, o del simple paso de los años.
En la planta baja hay grandes locales, el principal lo ocupa un banco. Pero quienes transitamos desde hace añares estas veredas, siempre veremos allí las vidrieras de la ya desaparecida Juguetería Colón, que durante tanto tiempo encendieron las esperanzas -a veces concretadas- de muchas generaciones de niños, que de las manos de sus madres, se asomaban al mundo de fantasías que los esperaban más allá de los cristales.