Suponemos que es, por similitud de estilo, obra del arquitecto francés Eduardo Le Monnier, lo que no impide que sea la construcción menos recordada de los famosos Hnos. Bencich. Famosos al punto que sus edificios, construidos únicamente por grandes arquitectos, siempre fueran “el Bencich”, ya sea el de Arroyo y Suipacha, el de Diagonal Norte y Florida, o, por caso, el de Esmeralda y Córdoba, por citar algunos.
No sabemos cuantas construcciones de todos los estilos aportaron a la ciudad estos dos hermanos de origen esloveno que llegaron a Buenos Aires, como suele decirse, con una mano atrás y otra adelante, a principios del siglo pasado. Lo cierto es que Miguel y Massimiliano Bencich llegaron, a fuerza de trabajo, perseverancia y un gran sentido de la oportunidad, a convertirse en potentados construyendo notables edificios de renta, para vivienda y oficinas, en el Centro y Barrio Norte de Buenos Aires. El edificio al cual nos referimos está ubicado a pocas cuadras de la monumental residencia de Esmeralda y Córdoba –sobre la cual apareció un artículo en FXBA-, y, como decimos, por la similitud de sus características, casi parece un desprendimiento de aquella. Para despejar cualquier duda, bajo el arco de entrada pueden verse las letras del frontis: BENCICH.
Del edificio en si, puede decirse que es una clásica construcción de buen tono de los años 20, por supuesto con materiales de primera calidad, diseño ecléctico. Esta se singulariza por el empleo de tejuelas coloradas en los pisos superiores, lo que da a la obra un alegre toque aldeano centro-europeo.
Siguiendo los códigos edilicios de la época, la línea del frente se retiraba a partir de determinada altura, y esto da lugar a un detalle curioso. La primer fachada, hasta el piso séptimo, tiene su correspondiente cúpula, muy elegante y colorida, pero a su vez, la edificación retirada culmina en un excéntrico remate que no cumple -aparentemente- otro objetivo que sobresalir de los edificios contiguos.
Algo así como un minarete con seis columnas curvas que sostienen la predicción en mampostería de algún futuro cohete interplanetario, listo para su lanzamiento.
Pero si ese fue el propósito, algo falló, ya que nadie que camine por la calle Viamonte puede ver el prodigio, por más que se lo proponga. Y esto nos lleva a considerar que el diseño en los planos es una cosa y la práctica, otra.
Pero ahora, desde la esquina de Córdoba y Reconquista es posible ver sin dificultades este singular y airoso artilugio, gracias a que media manzana esta baldía por demoliciones.
No garantizamos cuanto tiempo pasará hasta que quede oculto de nuevo para los peatones curiosos, asi es que aprovechen mientras dure. —FXBA